LA NOVENA
- YOSOYELWIIL
- 1 feb 2019
- 5 Min. de lectura

En mi vida han pasado infinidad de situaciones que han dejado una huella indeleble, seguro que tú que me lees también tienes tanto por contar, pero sí estás leyendo mi Blog después de 12 historias, es porque seguro algo estamos haciendo bien.
Y es que uno se encuentra con cosas que sin duda hace muy bien y otras que lo dejan en duda, yo por lo menos pasé por un momento de euforia y calentura religiosa que todo lo que tuviese a Dios por medio me encantaba, y ustedes dirán que eso estaba bien, pero yo, los lunes iba a un grupo de oración de señoras de alta sociedad, los martes iba a un grupo de oración marianito, los miércoles iba a un grupo de oración de un poco de gente adulta, los jueves iba a hora santa, los viernes a comunidad juvenil, y los domingos me iba para una vereda, eso además de desgastante, es pura gula espiritual, porque al final uno anda tanto en las cosas de Dios y termina estando sin él y cuando maduras en la fe, evidencia que Dios sólo te pide constancia en tu oración y un claro servicio. ¿Pa´ qué tanto show?
En esa gula, jajajaja, mi director espiritual, me envió de misión de Semana Santa a una vereda, en la que de inmediato hice feeling con la comunidad y a la que volví una cantidad de veces: Dos misiones de semana santa, tres novenas de fiestas patronales y dos novenas de navidad. Hoy les contaré #LaNovena la historia de una de esas misiones de fiestas patronales de la vereda, en la que la vida me cambió.
Fue en el 2013, me asignaron hacer la novena de las fiestas patronales de la capilla de la Vereda el Vidrial, en honor a la virgen del Carmen, es decir que fue en el mes de Julio. Iniciamos el 8 o el 9 de Julio, y cada día íbamos a un sector de la vereda, en dónde decoraban un altar; ellos tenían una competencia interna del mejor altar, les claro, digo íbamos porque nunca fui sólo siempre me acompañó mi hermano Gaspar. Él tenía una moto a la que adoraba, y que sin duda era muy útil para tantos, pero que le sonaba hasta la pintura y que no tenía ni permiso para lavar, era una gran muestra de la ilegalidad. Todos los días se rezaba la novena, se cantaba y se hacía una oración por las familias del sector; luego una familia nos invitaba a cenar y esa era la severa cena: Muchísima comida, siempre 3 platos: en un plato colocaban sólo arroz, en otro la proteína (carne como la quieran, pescado frito, gallina guisada) y en el otro tajadas o patacones y ensalada. El vaso de jugo era monumental. Las comidas variaban por sector, se colocaban de acuerdo para no repetir.

Todo era muy bonito y normal, llegó el 15 de Julio, un día antes de la Gran celebración. Ese día pedí que organizaran más temprano porque yo tenía un compromiso después, por primera vez predicaría en el grupo de los lunes: el de las señoras de la alta sociedad.
Antes de salir a la vereda, mi papá me llama y me pide que le ayude con algo, pero yo me iba para la novena y me tocó decirle que no, él se enojó porque me decía que esa vía para el Vidrial de noche era peligrosa, yo no le había comentado lo que estaba haciendo. Me Vestí muy bien, recuerdo que estrenaba camiseta y tenis. Me enganché la guitarra de Gaspar, subí a la súper moto y nos fuimos para la novena. Llegamos al pueblo, y cenamos primero, por aquello de que nos íbamos más temprano. La comida fue carne en bistec. Novena, oración y para la casa. Nos despedimos, y prometimos regresar mañana, que vaina, yo no regresaría.
Como
Arrancando comenzó a serenar, y la vía destapada comienza a hacer del barro, un protagonista, pero nosotros seguíamos. Mi director espiritual me llamaba, iba tarde para el grupo de oración, por lo que Gaspar aceleraba. En la vía anocheció, y no veíamos nada. De repente vimos que venía un carro a lo lejos, con la velocidad que llevábamos, nos acercamos muy rápido al carro. La vía era muy angosta y el carro nunca bajó las luces y encandiló la vista de Gaspar, quien como solución se desvió, y nos fuimos a un hueco, del que literal, salimos volando en la moto; mientras íbamos en el aire ambos nos echamos a reír, y gritamos: Jueeraaa, o juipipiiii una vaina así. Caímos, pero no se mantuvo el equilibrio, fuimos directo al suelo, los dos enganchados en la moto. El carro se detuvo, como a unos 50 metros, pero al ver que caímos, arrancó. Luego de unos 10 o 15 segundos en silencio, la voz preocupada de Gaspar, empezó a preguntarme cómo estaba, yo dije que bien, no me dolía nada, trate de pararme, pero no pude, él sí se levantó y al mirarme, su cara de sorpresa, me hizo entender que algo no estaba bien. Quédate quieto, me dijo, te voy a levantar con cuidado, pero ante el primer intento el dolor en mi brazo izquierdo fue tan fuerte que no pude hacerlo. El me tocó ahí y cuando veo su mano ensangrentada, pregunté preocupado que sí que me había pasado, él me dijo yo no veo nada, sólo tienes sangre. Me pude levantar luego de varios esfuerzos, pero mi brazo me dolía mucho, me agarré con la mano derecha y fue como pude calmar un poco. La Guitarra no había podido quitármela. Y me tocó subirme de nuevo en la moto, porque, ¿cómo salíamos de ahí?.
Recibí una llamada de mi director espiritual y pude abrir la llamada, y su pregunta fue: ¿qué te pasó?, le dije que nos habíamos accidentado, y me pidió la ubicación, le dije que ya íbamos saliendo a carretera, ¿están bien? Indagó, Si, sólo estoy botando sangre por un brazo, y cada vez que pasamos una piedrecita me duele mucho el brazo. Me dijo, estoy lejos de allá, pero lleguen a casa de Berenice (una amiga de él que me quería mucho y siempre iba con nosotros a los grupos). Llegamos a casa de Berenice, donde ella, Gaspar y la Dra Análida (una de las señoras del grupo de oración) me ayudaron a quitarme la guitarra. Y en el carro de la doctora, nos fuimos camino a la clínica, yo les advertí que estaba sin seguro médico, entonces pensamos en los papeles de la moto de Gaspar, pero él no tenía nada.

Le avisamos al sacerdote (director espiritual) y nos dijo que nos fuéramos a la clínica de traumas y fracturas, que él ya llamaba a los dueños, para que no hubiese inconvenientes. Luego me llamó a mí, y me dijo que le avisara a mis papás. Sí has leído mis historias, sabrás que mi papá y el sacerdote no se llevaban bien. Obedecí y los llamé.
Llegamos a la clínica y ahí estaban mis papás, mi papá con una cara de trueno, que hizo que Berenice y la dra Análida se fueran de una vez. Me atendieron, tomaron tac y placas, y luego de una hora de espera y romperme la camiseta nueva, me dijeron que había perdido medio húmero de forma vertical. En el accidente, ante el impacto el hueso salió y quién sabe dónde habría quedado, yo no paraba de botar sangre por la herida por la cual mi huesito se había ido. Pero además estaba luxado mi hombro.

Me dijeron que debía ir a cirugía inmediatamente…. Y ahí se vinieron los problemas.
¿Qué pasó en cirugía?
¿Quién pagaría la cuenta de hospitalización?
¿Los riesgos del brazo?
¿Cuántas cirugías fueron?
¿Cuántos días dure hospitalizado?
Las dificultades de la recuperación, los inconvenientes en el trabajo y quienes fueron los causantes del accidente, lo sabrás el otro viernes.
La vida es así, muchas veces exige que esperes, para poder entender sus caminos. Recuerda, tú tienes claro quién eres y #YoSoyElWill
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