LA PROMESA
- YOSOYELWIIL
- 25 ene 2019
- 4 Min. de lectura

Nos hemos acostumbrado a un amor sincero y desinteresado, incluso nos hemos arriesgado a vivirlo en condiciones que no permiten el fácil desarrollo del mismo, como por ejemplo, la distancia. Es que un amor de lejos es una vaina bien extraña y complicada, y aunque tiene sus ventajas, tiende a morir sí los protagonistas no buscan la forma de encontrarse constantemente.
Es muy absurdo y se los digo sinceramente que una mujer colombiana, tenga un novio español, lleven años y se hayan visto sólo por medio de skype. Y es absurdo porque el amor se alimenta de cosas que por una cámara no se puede brindar: un abrazo, un beso y un gesto afectivo.
En el 2016 decidí irme a vivir a Medellín, me salió una buena oportunidad laboral que después terminó siendo no tan agradable, pero eso se los cuento en otra historia. Estando en Medellín, me sentía muy solo y se me dio por curiosear en una aplicación de citas. Conocí a Mariana, y sí ese nombre no es falso, fue con el que se presentó. Mariana, de Barranquilla, dos años mayor que yo, soltera, muy linda y me dijo que era administradora de empresas, tenía un negocio personal, y la verdad lo más hermoso que tenía eran sus cejas. Que mujer para enloquecerme. Nos dimos los números y luego de una semana de intensas conversaciones, ya queríamos conocernos, además yo venía de la experiencia de la webcam y aunque las intenciones de Mariana parecían ser totalmente distintas, yo no me iba a quedar en el jueguito virtual.
Mariana viajó a Medellín, era un mujer de iniciativa, y eso a mí me gusta, es que mi pareja debe proponer, tomar el liderazgo en varios aspectos, que se muestre que es una relación conducida por dos, y no por uno solo. La conocí, y era todo lo que imaginé, y hubo una conexión casi que inmediata, tanto así que a la semana, ella estaba de vuelta. Luego fui yo a Barranquilla por temas laborales, pero resulta que ella estaba fuera de la ciudad. Así que todo el primer año que estuvimos “conversando” sólo nos vimos en Medellín.
Con Mariana pasaron cosas interesantes, luego de mucho tiempo decidimos darnos la oportunidad de tener una relación, eso es algo mío les confieso, yo debo tener un título en la relación, o somos amigos, o somos novios, o qué somos, pero algo debemos ser, así que no importa si llevamos tiempo visitando moteles, sí yo no le he pedido que sea mi novia, aún no lo es. Y bueno, pasó, empezamos la relación, aunque era secreta, me dije a mí mismo que publicaría una foto sólo cuando ya estuviésemos completamente sólidos y para ser sincero, la distancia nos daba un poco de libertad. La última novia que había tenido, publicaba fotos cada 5 minutos y todo se acabó en menos de nada.

Nos vimos en Barranquilla para unos carnavales, pero nos hospedamos en un hotel, según ella, porque su casa estaba invadida de unos primos que no le caían bien, pero nos lo gozamos de principio a fin, ella no era de ocultar nada, era abierta a todo y muy irreverente, pero cuando debía conversar de algo interesante, dejaba que su intelectualidad tomara el protagonismo.
Luego se vinieron las fiestas de mi tierra, y yo puedo estar en la China, pero esa semana estoy siendo edecán en mi Montería, ese año no sería la excepción. Llegué a un evento del reinado, y en una mesa estaba sentada, muy elegante doña Catalina De la Espriella, patrocinadora del Reinado, una mujer muy hermosa a la que yo conocía como Mariana. Sí, mi Mariana. A su lado, su esposo, podía tener 10 años más que ella. Me la presentaron y fuimos un par de desconocidos.
Toda la semana pasó y en los eventos en los que me la encontré siguió siendo una desconocida, y aunque la fiesta y los tragos hacen que uno se divierta, mi corazón estaba roto. Cómo hizo ella para vernos el 80% de los fines de semana, cómo me contestaba a todo momento, era algo inexplicable. La busqué en instagram y me encuentro con su verdadera profesión, abogada y además tenía un niño muy bello: Santiago.
Pasaron aproximadamente 3 meses, y el silencio que hasta ese momento existía desapareció, nos vimos en un restaurante (ya yo vivía en Montería), y luego dejamos que nuestro amor hiciera lo suyo. Estuvo conmigo desde el almuerzo, hasta muy tarde en la noche, y aunque no pasamos todo ese tiempo haciendo lo que ustedes se imaginan, si hablamos y decidimos volver, luego de tantos acuerdos pactados y de lo más grande: Nos prometimos Fidelidad hasta que nos casaramos, porque según su matrimonio llegaría a su fin, ya que hace rato no se consumaba, era pura apariencia.
Seguimos en nuestra relación y nos vimos con más frecuencia, y ahora de verdad que nada podía ser público, ya que debía cuidar la imagen del amor de mi vida. Mi Mariana, aunque se llamara Catalina siguió siendo Mariana, y mi promesa la cumplí a cabalidad.
Una amiga que no sabía que la teníamos en común contrajo matrimonio con su novio, y en la recepción coincidimos ambos, obvio ella con su marido, al que durante toda la noche abrazó, besó y le demostró su amor. Nos vimos en el baño y mi única pregunta fue: ¿Y Nuestra promesa?, me dijo a ti te amo, pero a él lo quiero mucho y es el papá de mi hijo. No hubo más que decir, no aguanté y del matrimonio me fui llorando.
Seguimos conversando y nos hemos visto después de ese momento en varias ocasiones simplemente para dejar que nuestros cuerpos se encuentren. Ella sigue con su marido y ahora tienen otro bebé. Sí es de él, porque el niño es bonito. Jajajajaja. Yo sigo cumpliendo mi promesa, hasta que un día llegue esa con la que seré feliz para siempre.
Nos encontramos con diversidad de situaciones diariamente, y en nuestra capacidad de decisión, elegimos sí nuestra felicidad está condicionada por alguien o si dejamos que seamos nosotros mismos quienes seamos protagonistas de nuestras sonrisas. Recuerda tú tienes claro quién eres y #YoSoyElWill
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